Del terror y ficción a la esperanza y cotidianidad
En una era previa al uso de antibióticos, una herida o una enfermedad, por mínima que fuera, podía ser considerada mortal. Gracias a esta mortalidad y esperanza de vida paupérrima, una joven llamada Mary Shelley escribe una novela con una idea escalofriante: un ente conformado de partes robadas de cadáveres humanos, cosidas entre sí y reanimado durante una tormenta eléctrica.
El relato de Frankenstein es un texto de la moralidad del Dr. Frankenstein con el fin de prolongar la vida e inclusive reanimar lo inerte.
Durante una noche lluviosa, visitando a su amigo Lord Byron y después de leer una antología de cuentos de terror, Mary Shelley y su esposo fueron retados a escribir una historia propia; Mary Shelley acababa de tener una pesadilla con un cadáver vuelto a la vida, por otro lado, ella estaba indagando en los experimentos con corrientes eléctricas de Volta, Franklin y específicamente de Luigi Galvani, así que aceptó el reto.
Su principal inspiración fue el Galvanismo, la teoría que explica como en los cerebros de los animales se produce electricidad que es transferida a los nervios, acumulada en los músculos y después disparada para producir el movimiento de los miembros. Esto lo descubrió un día mientras disecaba una pata de rana, su bisturí tocó accidentalmente un gancho de bronce del que colgaba la pata, se produjo una pequeña corriente eléctrica y la parte disecada se contrajo espontáneamente; esta “electricidad animal” sirvió como precedente al desfibrilador.
A pesar de ser una historia de ficción, el Dr. Frankenstein no está muy alejado de la realidad, éste fue inspirado en Johann Conrad Dippel un alquimista que vivió una temporada en el Castillo Frankenstein, era famoso por supuestamente saber cómo convertir el plomo a oro (nunca se comprobó) y gracias a esa reputación varios nobles curiosos le abrían las puertas a sus moradas.
Dentro del castillo Frankenstein realizaba experimentos químicos e investigación médica, inclusive en su estadía destruyó por accidente una de las torres mientras realizaba experimentos con nitroglicerina, sin embargo, descubrió un potente efecto vasodilatador y por ende propiedades cardiológicas.
Otro de los inventos de Conrad Dippel fue el aceite de Dippel o aceite de hueso que era un subproducto de la destilación destructiva de huesos, se dice que hacía experimentos con animales muertos e inclusive cadáveres humanos, se rumoreaba que el propósito de su estancia era la de transferir el alma de un cuerpo a otra, pero su reputación y la destrucción de una parte del castillo hizo que los vecinos lo echaran del lugar.
El aceite de Dippel es de color marrón, viscoso y de un olor fuerte utilizado de antiséptico, en la actualidad la mayoría de sus usos ya son arcaicos, pero su uso principal fue de base para la creación de un tinte llamado “Azul de Prusia” cuando cambiaron la fórmula y en lugar de agregar carbonato potásico (K₂CO₃) para tintes rojos agregaron el aceite y éste tiñó de un azul símil al índigo.
El abrir a una persona, remover órganos de cavidades, mantenerlos funcionando afuera del cuerpo, trasplantar los órganos a otra persona y zurcir las heridas es un procedimiento cotidiano en cualquier quirófano y a pesar de ser completamente seguro, a muchos les sigue pareciendo un relato de terror.
-Christian Omar Villena Lozano-
Bibliografía:
https://historyofalchemy.com/list-of-alchemists/johann-conrad-dippel/